La crisis, los horarios, el precio de las entradas y la bipolaridad de los grandes son los motivos que están produciendo la escasez de aforo en los estadios
Jesús Rengel Ortiz, Huelva
Hubo un tiempo en el que se dijo que los estadios llenos ganaban partidos. En las últimas temporadas, parece que dicha frase haya quedado en el olvido visto la asistencia regular que registran los veinte estadios de Primera División, en los que el aforo medio es cada vez más inferior respecto a otros años en los que se llegaba a rozar el lleno en muchas ocasiones cada jornada.
Solo hay que rememorarse al último derbi sevillano que hemos vivido, en el que el Sánchez Pizjuán registró una entrada aproximada al 87%, cuando la temporada pasada consiguió el lleno para el mismo partido. Si buscamos ejemplos destacados, el Coliseo Alfonso Pérez de Getafe, que tiene capacidad para 16.500 espectadores, solo pudo registrar una entrada de 13.000 para el encuentro que su equipo disputó frente al F.C. Barcelona y de 8.000 ante el Real Madrid, algo que lo dice todo.
La Liga de Fútbol Profesional (LFP), asociación que integra a los 42 equipos de Primera y Segunda y que a su vez organiza las competiciones, no facilita los datos de la asistencia media de los estadios hasta que acabe la Liga, pero se estima que el descenso frente a otras temporadas es más que evidente rozando el 70% en España, mientras que en Inglaterra y Alemania superan el 90% de asistencia según cifras que maneja la UEFA.
“Nos están echando de los campos”, exclama Pepe Hidalgo, secretario general de Aficiones Unidas, la asociación que agrupa a las federaciones de peñas de los 42 clubes de Primera y Segunda División.
Dos son las principales razones que apuntan los aficionados para haber llegado a esta situación. Los precios que están imponiendo los clubes en las entradas y los horarios de los partidos, concretamente. Estos últimos, los más raros y dispersos de los últimos años en el que nos podemos encontrar con encuentros tanto a las 23:00 como a las 16:50. Hasta 72 horas han llegado a pasar desde un partido a otro en una sola jornada, en cuatro días y con diez horarios diferentes.
Y es que el problema se torna preocupante, como ya confirmó José María Gay de Liébana, economista especializado en deporte que lleva varios años publicando informes sobre la salud financiera del fútbol español, del que dice que agoniza. La única solución que nos propone es que se vuelva más competitiva, porque si no, es posible que hasta pueda llegar a su fin próximo. Y es que se trata de una Liga que, aunque este año el Real Madrid no se encuentre en su mejor momento, se ha vuelto tan bipolar que se sabe que ningún otro equipo va a ganarla, una Liga que como ya declaró el entrenador del Atlético de Madrid Simeone, “es aburrida”, y donde el aficionado ya no quiere ir al estadio a pagar una entrada donde es posible que vea como su equipo es goleado ante un rival muy superior. “Hace poco dije que a la Liga le quedaban cinco años, ahora creo que no llegaremos”, declara el propio Gay.
Los últimos datos que se cifran se conocieron el pasado mes de abril e informaban de que los clubes de Primera División tenían una deuda de 752 millones de euros aproximadamente a Hacienda y de unos 3.500 millones al conjunto de acreedores. “El fútbol es un artículo de lujo”, soltó hace unas semanas Ángel Torres, presidente del Getafe. “Con la que está cayendo, algunos clubes no muestran mucha sensibilidad”, lamenta José Manuel Mateos, presidente de la Federación de Peñas del club azulón, que no está de acuerdo con la apreciación de Torres: “Un equipo de fútbol debe tratarse como un activo de una ciudad. No es el opio del pueblo. Es un escaparate internacional importante y un patrimonio”. Se tilda de incomprensible entonces que haya estadios vacíos y entradas a 40 euros, como protestó Hidalgo, de Aficiones Unidas.
La otra razón de la que se queja el aficionado es la de los horarios de la Liga, los cuales, según explica la LFP, son fijados actualmente con un mes de antelación mientras que estos años anteriores el margen eran únicamente diez días. Esto contrasta los métodos de otros países como Alemania, donde se conocen todos los horarios a principio de temporada y en Inglaterra con unos tres meses de anticipación. Por tanto, España es el único caso donde existe la obligación de emitir un partido en abierto que no puede ser ni del Real Madrid ni del Barcelona, algo de lo que se quejan los clubes aparte de que al conocer con tan poca antelación los horarios las fechas, lleva consigo que aumenten los gastos de vuelos y hoteles.
PRISA TV y Mediapro reivindican su derecho a fijar los horarios porque son quienes pagan. La LFP alude a un nuevo equilibrio entre lo que “los clubes y televisiones desearían”. Pero mientras no se alcanza el nuevo equilibrio, el fútbol se degrada y muchos aficionados desesperan.
Está claro que esta situación necesita de un estudio intensivo y de unas soluciones que se estimen oportunas ya que no solo pierde el deporte en sí, sino también los aficionados que lo disfrutan y lo aman tanto como los propios deportistas.
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